No sé si te acuerdas Martincito de la película Toy Story, esa que viste con tus papis que cuenta la historia de unos juguetes que pertenecen a un niño llamado Andy y que se salvan de ser destrozados por otro niño llamado Sid, a quien le gusta desbaratar muñecos y combinarlos de maneras muy graciosas.
En la película muestran a Sid como un niño malo y feo que destroza sus juguetes y los arma y rearma, combina partes de unos y otros y los vuelve pequeños monstruos que en algún momento se enfrentan a los siempre impecables, benévolos y hasta tiernos juguetes de Andy que son por supuesto los héroes protagonistas de la película, con su mensaje de ser un amigo fiel y todo eso.
Abuelo, a mí me gusta desbaratar muñecos y ponerles las cabezas a unos de otros y los vuelvo nuevos personajes. ¿Te acuerdas cuando jugamos a ponerle la cabeza de Gokú al cuerpo de Vegeta y lo volvimos Gogeta o cuando le intercambié las armas a las tortugas ninja para que tuvieran nuevos poderes? A mi me gusta hacer eso, abuelo.
Claro Martincito, me encanta que hagas eso porque es una manera de mostrar tu creatividad, siempre lo he visto así, no hay maldad o desconsideración en tus experimentos, los he visto más como una manera de extender el juego de la otredad a tus muñequitos. Te decía antes que tus juegos están motivados por el deseo de ser otro y eso es lo que haces a tus juguetes, les das la oportunidad de ser otros.
Que combines partes de muñecos para producir variantes no previstas puede verse como una forma de crear monstruos, de violar la belleza natural y eso es lo que propone Toy Story para cerrar su esquema de los malos y de los buenos. Yo mismo había aceptado esa lógica y claro me había puesto siempre del lado del amoroso Andy y los valientes Woody y Buzz Ligthyear y hasta aceptaba como natural y valioso el mensaje de la amistad incondicional.
Pero tú, Martincito, me has hecho ver las cosas de otra manera. Ahora soy fan de Sid, el niño que rompe juguetes y los recombina, el niño que transita los modos barrocos en lugar de los modos clásicos, el niño disruptivo, no destructivo como lo quieren mostrar los de Pixar, el niño creativo que le da la oportunidad a sus muñecos de ser otros, esos otros que no son lo que nos piden que sean, es decir, que seamos.
Mostrar a Sid como niño malo implica un mensaje terrible: es malo ser creativo, ser disruptivo.
Abuelo, mis papis dicen que no debo dañar los muñecos, pero a mí me parecen más graciosos si los desbarato y los combino, claro que hay unos muñecos que son más fáciles de desbaratar que otros.
Cierto hermoso, eso es otra cosa que he descubierto contigo. Los juguetes más finos y costosos están hechos para que no se desbaraten, es decir, para garantizarles su integridad, no solo física, sino simbólica.
Prometo comprarte juguetes, libros, peliculas para desbaratar y rearmar. Prometo jugar a ser otro a cambiar lo previsto a crear contigo locas barbaridades.
Abuelo: te amo
[…] eso pasa, tu mami está trabajando y no la puedes interrumpir, así que corres a tu cuarto y sacas los muñecos de su estante y los colocas sobre la cama, algunos y otros en el suelo. Te gusta ponerlos en fila y […]